jueves, 17 de julio de 2014

Vox pópuli: ciento veinte obstáculos

<<Cuatro paredes>>

Domingo seis de julio: a lo sempiterno se le encontró un fin.

El sueño había iniciado hacía varios meses, precisamente desde el último enero, con su sol, brisa y aroma; aquel día el cielo estaba más frío y morado, también el viento dejaba de abrazar cálidamente; las caras de las personas, de igual forma, cambiaron, aquel día eran más extrañas, extensas, más psicológicamente malvadas. El tiempo pasó tan efímeramente que en la noche anterior, al acostarme, pestañeé y, al abrir los ojos, me levanté al observar en el reloj que faltaban menos de tres horas para que el dichoso gran sueño finalice. Aquellas losetas impolutas, el agua y la fina brisa del amanecer fueron testigos del exagerado rigor con el que intentaba aniquilar el temor y las dudas. 

Afuera las calles mantenían esa palidez con la que siempre intentan apaciguar cual fuera el fenómeno humano; sin embargo, el abrigo familiar siempre lo apacigua con mayor eficiencia. El bicho extraño que me consumía de adentro hacia afuera se extinguía mientras los metros de distancia se acortaban, pero la pesadez aún persistía; no servía gritar o cerrar lo ojos con tal fuerza brutal que las pestañas podían sentir dolor fétido: mientras seguía avanzando la lengua y los dientes callaban aquel horroroso grito de ya no batallar.