domingo, 7 de julio de 2013

Operación Camila

<<Cuento corto>>

El médico fue el que me abrazó. Con palabras mustias me dijo que todo cambiaría, y dijo la verdad. Ya no había un camino para retroceder, no existía el arrepentimiento. Tenía que aceptar que dentro de un año sería el esclavo perpetuo  de un final que busqué y encontré. Camila, mi dama antológica, solo ella sabía lo que me esperaba. Ella sufría, yo sufría, y la muerte, héroe de los pesares, esperaba ansiosa su trofeo: mi vida. Nunca sabré si me equivoqué al no decirle a mis padres que la capa fuliginosa transparente esperaba acogerme y jamás soltarme. Ahora me arrepiento, después de tanto dolor causado, lamentándome en una cabaña lejana de la sociedad que aún espera ansiosa mi regreso, regreso que nunca llegarán a observar. Pensé que los espectros no existían, por ende, no sentían. ¡Qué gran equivocación! Ahora trato de resignarme y olvidar a un amor que creí eterno.

Ésta es la carta de despedida para mi pasado, desbordante de recuerdos, mi pasado, un cuento que quisiera posea un final. Pero en realidad, quiero ser yo ese final. Tantas cosas que quisiera contar, tantas anécdotas que quisiera olvidar, pero estoy confundido. Siempre pensé que morir significaría involucrarse en un espacio paralelo, un espacio que no posea tiempo ni lugar. Tal vez seguir una luz blanca o refundirme y quemarme por los pecados que en vida violenté. Nada de lo que paso se asemeja a eso. Nunca conocí aquel espacio estancado en el tiempo, ni seguí una luz blanca. Jamás sentí la capa oscura transparente de mi padrino eterno, la muerte. Siento que todo se adhiere a un fin común: lastimarme más y más.