martes, 10 de mayo de 2016

Han pasado cinco años, Miranda

«Cuento corto»

- Dime, ¿entonces jamás quisiste algo conmigo?
- No es, bueno, no fue eso. Es más complicado de lo que crees, es más… 
- Pasé tiempo esperando conversar contigo. No sabes la extrema paciencia que he tenido. Dime, entonces, por favor, qué fue lo que pasó.
- Es que fueron demasiadas cosas. Fueron mis padres, fue la universidad, fue la circunstancia, fueron… 
- Fuiste tú…
- Sí. También. Fui yo. Pero no creas que fue solo porque no quería algo contigo. También fue que jamás me permitiste ser tu amiga. Siempre intentaste tener, crear algo sin si quiera primero conocerme. 
- Sí te conocía, sí te conocía.
- No es verdad.
- Sí, sí lo es. Sabía que te gustaba razonar las cosas. Sabía que te encantaba leer, así como también los números. Eras creativa. Te encantaban las manualidades. Te gustaba bailar, te gustaba cantar… 
- Canto horrible.
- Eso es lo que crees, pero no. Además, no era solo eso. Eres una de las pocas personas que conozco que tiene muy fijas sus metas y que hace todo lo permisible para lograrlas. 
- Las personas harían hasta lo imposible, lo incorrecto. 
- ¡Pero tú eres diferente!, eres extraordinaria. 
- Lo dices porque estabas enamorado de mí.
- Es que… no es solo eso, Miranda. Eres tú sumada. Eres esa suma de extraordinarios aromas, texturas, colores.
- ¡Y de fallas!, ¡también de fallas! No soy perfecta. 
- ¡Pero como si lo fueras!
- Me idealizaste, ese era tu problema. Solo veías lo que querías ver, pero no la realidad. Si me hubieses conocido de verdad, lo habrías sabido. 
- No me permitiste conocerte como pretendías que te conozca.
- Tú no te acercaste.
- ¿Ese fue el problema?
- El problema fue que jamás me enamoré, Mario, jamás me diste la oportunidad. Siempre pretendiste que me enamore sin que haya un acercamiento mayor. ¡Caray, ni si quiera una amistad verdadera!
- ¿Jamás fui tu amigo?
- Sí, sí lo fuiste, pero…
- ¿Entonces qué?
- Es que… es que muy pocas veces hemos hablado en físico, de frente. Siempre fue por cartas. Así nos hemos conocido, así nos hemos engañado, así hemos creído que uno conocía al otro.
- Pero yo sí fui honesto. Tú me conocías como era en realidad.
- Solo una parte.
- ¿Pero siempre es así, no te das cuenta?
- No. Conocí la parte que quisiste que conozca. Si hubiésemos conversado en persona, habríamos sabido las reacciones de cada uno, los gestos, la verdadera reacción que se da en primera, no la premeditada, ¡dios! 
- No encontré otro modo, siempre me acobardaba. Cada vez que te veía, no sé, mi cuerpo tenía una reacción que me hacía temblar y alejarme, o estar a tu lado, con otras personas, y estar callado…
- Jamás eras esa persona risueña, alegre, pícara de tus cartas, eso me desconcertaba. No sabía si eras tú u otra persona con la que hablaba.