martes, 17 de febrero de 2015

Treinta y un universos para sonreír

«Cuatro paredes»

Las manos del frente querían demostrarnos que nosotros somos uno. 

Todo inició con el juego de volar sobre el gran árbol que se bifurca en los dos. Tu mirada se mantuvo en mí como lo hace la espada, ahora, en el lomo; como lo hace, ahora, el corazón en esta cavidad de carnes que respiran por sí solas desde que te albergas en ellas. Tu sonrisa, inmóvil, ascendía sola de mis pies a mi cara para penetrar y llenar mis vacíos. Tu mirada es mis manos con que palpo el mundo. 

Treinta y un universos para sonreír.

Tus manos que circundan mi pecho. Tu piel que inunda mis sentidos de firmeza para avanzar. Tus labios que vacían de soledad a mis ojos. Tú.